En la primera lectura que hemos escuchado, del libro del Levítico, leemos estas palabras: “Sed santos, porque yo, el Señor, vuestro Dios, soy santo”.
Este es el camino del cristiano: ser como es Dios, nuestro Padre, que se hizo presente entre nosotros por medio de su Hijo Jesús, que compartió nuestra vida y de quien aprendimos quien es Dios, y por ello a ser como Él.
Y si algo aprendimos de Jesús, es que Dios es amor. y cristiano es aquel que ama a todos. Cristiano es quien quita el odio de su corazón para llenarlo de amor al prójimo, como Dios nos ha amado a nosotros.
El evangelio de Mateo nos dice cuáles fueron las enseñanzas de Jesús. Hemos hecho la lectura del final de las bienaventuranzas, del camino para ser felices. Y nos deja dos enseñanzas.
La primera es que, en nuestra sociedad y en nuestra Iglesia, lo primero es el perdón y no la venganza. El ejemplo nos lo dio Jesús en la cruz: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Piensa bien si sabes, si sabemos perdonar a todos.
Y la segunda enseñanza, de las muchas que nos dejó Jesús, es el amor a los enemigos. A Jesús le vemos junto a los pecadores, incluso comiendo con ellos en su casa, y aquí nos podemos acordar de Zaqueo, publicano y pecador, cuando Jesús fue a comer a su casa. Dios ama hasta a sus enemigos.
El perdón y el amor a los enemigos nos hace semejantes a Dios. Así podremos vivir el mandato de Jesús: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”. El “Ser santos, porque yo, el Señor, tu Dios, soy santo”.