domingo, 30 de enero de 2022

Reflexión

 Un pequeño niño abordó el avión en que yo viajaba llamando la atención de todos. Buscó su asiento y se sentó a mi lado. Se veía que era un niño educado, seguro e inteligente. Me miró, sonrió y sacó su libro para dibujar. A pesar de su corta edad, no mostraba señales de ansiedad o nerviosismo. El vuelo no fue bueno; hubo turbulencias, pero el niño conservó la serenidad. Le pregunté: “¿No tienes miedo?”. Y me contestó: “No. Mi padre es el piloto”, y siguió con su libro.


A lo largo del camino encontraremos “turbulencias”. Habrá momentos en que no sentiremos terreno sólido y estaremos inseguros. Recordemos Quién es “nuestro

piloto”, ¡y no nos preocupemos! Y siempre que necesitemos que alguien nos ayude, meditemos en esto: “Nuestro padre es el piloto”.

Primera Comunión de Ana en Barrio Arriba